Por las callejuelas de una ciudad entre la montaña y el mar, hecha de acentos genuinos y gestos decididos, se suele decir que "Viana es amor".
Entre los acordes de la concertina, los cuellos dorados de las muchachas, los bolsillos bordados y los delantales floreados, el traje es un código de acogida para los viajeros, para acercarlos al corazón.
A lo largo del año, también hay una peregrinación de añoranza por parte de las gentes del mar, que ofrecen el pescado más fresco para cada plato. En el campo, se siembran temporadas de comida, aderezadas con canciones, tradiciones y recuerdos.
En la ciudad, siempre hay una tranquilidad propia de quien recibe. Aquí, comer es una religión caracterizada por el bacalao al estilo de Viana o las bolas de Navidad, el Vinho Verde y los dulces regionales. Toda la vida de la ciudad desemboca en la Praça da República, pasando por la Praça da Erva, la Praça da Liberdade y el Campo D'Agonia. Deambule entre museos, pase por el Teatro Sá de Miranda, el Centro Cultural y la Biblioteca. A lo lejos, el mar desafía a los deportes que se multiplican en competiciones y ocio. Más cerca, playas interminables bañadas por el mar y piscinas naturales.
Aquí, las costumbres no se pierden en el tiempo y hacen de Viana un auténtico territorio para explorar, donde la naturaleza envuelve cada instante.
